miércoles, noviembre 01, 2006

Telediarios

No es sólo ya que la “prensa” del corazón haya perdido la poca ética o profesionalidad que alguna vez debería haber tenido, retroalimentándose a si misma con su propia basura, cual perro sarnoso que se alimenta de sus propias deyecciones, es que la mancha se sigue extendiendo, salpicando incluso a lo que se suponía que era la prensa seria.

La mierda catódica que expulsa diariamente la caja tonta, asustaría a cualquiera con dos dedos de frente, relegándonos a ver 2 ó 3 cosas contadas, como ciertos seriales corrosivos americanos del tipo de “The Simpsons”, “Family Guy” o “Futurama”, y algún que otro telediario. Pero lo de los telediarios está en extinción también, dicen que todo se pega menos la hermosura, y los periodistas “serios” están bajando rápidamente su filtro ético para que incluso un telediario sea una especie de cruel amalgama entre “Aquí hay tomate” y “El Caso”.

No lo digo ya por el maniqueísmo político crónico, ni por ser asquerosamente tendenciosos, ni por (hola Antena 3) la demagogia barata, ni por las opiniones sesgadas, ni por las noticias editadas de manera escorada, ni por usar el 50% de su tiempo en algo tan intrascendente como los deportes, ahora también surge a la luz su sordidez, el gusto por lo macabro. ¿No basta con dar a conocer diariamente lo mal que va todo? ¿Hay que ver las imágenes de la muerte? Esa crudeza e insensibilidad siguen la misma filosofía que la de la prostituta que cree que por mostrar más carne tendrá más clientes. La muerte del reportero neoyorquino Brad Will en Oaxaca (México) demuestra una vez más este hecho ¿era necesario mostrar en la televisión (para todos los públicos) cómo filma involuntariamente su propia muerte? ¿Era necesario ver como unos fanáticos arrastran su cadáver ensangrentado? ¿No hay límites? ¿Todo vale?

A mi personalmente me revuelve el estómago pensar en la gente que está a cargo de los informativos de las cadenas españolas y que permiten que semejantes cosas se pasen en antena. Seguramente, y si alguien hace alguna crítica, se escudarán en la libertad de prensa y en el derecho de los ciudadanos a estar informados, pero también existen dos cosas llamadas dignidad y respeto, que permiten informar sin censuras de todo y para todos sin molestar a nadie. La dignidad y el respeto no se enseñan en la facultad de periodismo, pero una persona que se considere como tal, debe aprenderlas o acabará siendo la bazofia que son ahora todos esos periodistas de tres al cuarto.

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