Queen Latifah es una cantante (y actriz) norteamericana que generalmente hace música pésima, rap, hip-hop y toda esa basura. Curiosamente en sus dos últimos discos, la mujer se da un descanso a si misma, dejando de lado el personaje y centrándose en sus gustos más personales. Latifah tiene una gran voz, profunda, modulada y cálida, cosa que no se aprecia especialmente en géneros tan estúpidos y olvidables como el rap o el hip-hop.
En “The Dana Owens Album” (2004) respasa en clave de swing, soul y jazz sus canciones favoritas, que provienen de géneros igualmente diferentes como el pop o el blues. Remarcable la versión de “Simply Beautiful” de Al Green, el cual la acompaña en esta nueva resucitación del clásico setentero. Es un disco muy bien producido y alejado de todo artificio, pero es quizá demasiado ecléctico, lo que hace que sea un poco desigual como conjunto. A pesar de eso es recomendable.
Su último álbum, “Trav’lin’ Light”, publicado hace poco, vuelve al rescate de grandes clásicos del jazz, swing, R&B y hasta bossanova, aunque al contrario que el anterior, el disco tiene mucha más consistencia, lo cual lo hace aún más agradable a la escucha. Desde la deliciosa “Poetry Man”, pasando por “I’m Not In Love” y “Georgia Rose” (con Stevie Wonder) y acabando con la espiritual “I Know Where I’ve Been” sacada de la banda sonora de “Hairspray”, el disco es una maravilla de música profunda y pausada, aunque contiene la dosificación exacta para no acabar siendo aburrido o adormecedor.
El giro de 180º de estilo musical prometía mucho, pero Latifah ya ha declarado que el paréntesis se ha terminado y que en sus siguientes discos volverá al rap, lo cual no deja de ser una decepción y un desperdicio.
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