sábado, enero 26, 2008

Dragon 32

Haciendo búsquedas en el omnipresente Google me encontré sin querer con una imagen que me transportó al más remoto de los pasados, me recordó infinidad de cosas que creía olvidadas y también mis primeros pasos en la naciente era informática, que a la postre se convertiría en mi modo de vida por mucho que a veces lo aborrezca.

Dragon 32

Eso, señores y señoras, no es nada menos que un Dragon 32, el primer ordenador al que le puse la mano encima, sí, es un ordenador, aunque parezca una cruel amalgama entre una máquina de escribir y una radio de los 50. El Dragon 32 vio la luz en 1982, y tenía unas características técnicas que hoy dan la risa pero que de aquella eran impresionantes: un procesador 8 bits Motorola MC6809E que corría a 0,89 MHz y 32 kB de memoria. Se acabó, no tenía nada más, si querías un monitor tenías que comprar una tele y si querías introducir o salvar datos había que comprar un lector de cintas portátil y aún había que dar gracias de que tuviese el teclado incorporado. La máxima resolución de pantalla que podía dar era 256×192 en blanco y negro y 64×192 en color, si bien nadie los usaba, ya que todo se hacía en modo texto. El SO ocupaba 16 kB y venía en una ROM integrada, por lo que se cargaba instantáneamente al encender el trasto, y no era otra cosa que un intérprete del BASIC de Microsoft (aún tengo el diploma de programación) llamado DragonDOS. Siempre que alguien me decía “¿qué puede hacer?” le hacía el típico programa chorra para que me dejase en paz, véase:

10 CLS
20 PRINT "NOMBRE DEL INTERESADO"
30 GOTO 20

Y se llenaba la pantalla de su nombre hasta el infinito, qué contentos quedaban al ver su nombre en una pantalla. El Dragon no tenía minúsculas, acentos o eñes, era una pequeña maravilla de sobriedad cortante. A pesar de ser tan primitivo también tenía juegos, en modo texto, y mi preferido era uno de gestión medieval, se te asignaba un territorio y tenías que gestionar datos en pantalla, como las cosechas, los campesinos, las pagas, los soldados y demás, cada turno te hacía preguntas en plan “Invasión de ratas en el almacén de grano, ¿cuántas comadrejas quieres comprar?”. Probablemente si jugase hoy en día con él me parecería una basura, pero tengo un buen recuerdo de horas perdidas tratando de hacer prosperar la hacienda.

Fue el primero, pero desde luego no el último, otro día seguiré con los viejos cacharros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues yo vendo el mio. interesados llamad al 666102692